Sobre
las más altas cumbres de las montañas deberían
colocarse
reproducciones de los
conocimientos
más importantes para el ser
humano,
en depósitos protegidos, con el
objeto de que estos
que han sido tan
difíciles de perfeccionar,
no se pierdan en
pocas generaciones
a consecuencias de una
catástrofe
que tiene que ser
prevista.
Oscar
Fonck Sieveking.
Oscar Fonck
Sieveking
I.- LOS
CATACLISMOS CÍCLICOS Y MIGRACIONES
REMOTAS. Los trabajos
desarrollados por el investigador nacional de
origen germano Oscar Fonck Sieveking (1901-1997)
se centran en el estudio de las catástrofes
geológicas, los misteriosos comienzos de la
cultura humana, las islas y continentes
desaparecidos, la salvación de los
sobrevivientes y las expresiones culturales
remanentes, entre otras notables temáticas. Su
primera obra se tituló Construyamos Arcas.
Los Enigmas del Pasado (1965), donde señala
como consecuencia de los cataclismos que asolan
al planeta, movimientos migratorios a escala
planetaria, siguiendo la teoría del naturalista
francés Cuvier, según la cual nuestra tierra
debe sufrir periódicamente grandes catástrofes
que aniquilan a la mayoría de los seres
vivientes y que en esa forma propenden a renovar
y remozar las distintas formas de vida
existentes (P.86) y las catástrofes cósmicas
propugnadas por Hanns Hörbiger (P.144), quien
postula la existencia de cataclismos cíclicos,
como la que produjo el hundimiento de Atlantis
(ó Poseidonis), siendo esta isla el centro
desde el cual se esparció la civilización al
Mediterráneo y a América (P.39).
Según
Fonck, éstas catástrofes planetarias se hayan
registradas en numerosos relatos míticos de los
diferentes continentes, como asimismo en los
escritos sagrados de los Caldeos, en el
Mahabarata, Ramayana, Zend Avesta, los Edda
(Volüspa y Ragnaroek), la leyenda de Phaeton
(Metamorfosis de Ovidio), la
Epopeya de
Gilgamesch y la salvación diluvial de Noe
(P.89-91). Atlantis, Mu, Lemuria y Hiva figuran
en los relatos legendarios como continentes
desaparecidos a consecuencia de las catástrofes
que han forzado la migración a escala global de
los sobrevivientes, hecho que se refleja, por
ejemplo, en la composición étnica de
la
América Precolombina,
en la cual existían representantes de la raza
negra, cobriza, amarilla y blanca, lo que ha
sido demostrado por estudios y descubrimientos
antropológicos posteriores (P.105). En
Construyamos Arcas, Fonck establece la
existencia de un arco protohistórico existente
entre el Tiahuanacu, Atlantis y la antigua
Troya, comprobado por medio de la metalurgia y
los símbolos (P.163 y ss). Estas relaciones
intercontinentales entre la América Aborigen y
el Mediterráneo fueron también establecidas por
Donelly a través del alfabeto maya de Diego de
Landa, el egipcio y el fenicio. Éstas relaciones
habrían sido ininterrumpidas por los cataclismos
que asolaron al planeta y que significaron el
movimiento de los polos y el cambio de
posición del eje de la tierra que tendría
como consecuencia rápida la inundación de muchas
costas y de países situados a bajo nivel; en
seguida, una modificación casi instantánea en el
clima de casi todo el mundo, con pocas
excepciones; después, el crecimiento lento, pero
ininterrumpido del nivel de todos los mares, con
mayor intensidad a la altura del nuevo ecuador,
y reduciéndose, a medida de acercarse las zonas
a los nuevos polos. Por consiguiente, en la
línea del nuevo ecuador el nivel de los mares
sería mayor, decreciendo en altura hacia los
nuevos polos (P.137). A través de sus
extraordinarias investigaciones, Fonck plantea
interesantes apreciaciones sobre estudios
lingüísticos, simbólicos y mitología comparada
entre diversas culturas.
De
acuerdo a Fonck, la antigüedad del Hombre es
remota (P.301 y 321), como lo son también varias
Civilizaciones que se han visto asoladas por los
cataclismos: la escritura humana ya existió
antes del último diluvio. Todo lo hace pensar
así. Solamente existe la imposibilidad de
demostrarlo por medio de documentos o de
inscripciones de aquellos tiempos. Pero va a
llegar el día en que nuestros infatigables
investigadores presentarán las pruebas
respectivas (P.204), señalando a
continuación que todo nos indica que la
civilización humana es antiquísima y que no ha
podido mantenerse a través de los milenios,
sencillamente, porque el destino no lo ha
permitido (P.251). Son las catástrofes
cíclicas descritas en las Antiguas Tradiciones,
como las expresadas en los Textos Sagrados de la
India: los hindúes hablan de catástrofes
producidas por el hecho de que cada 25800 años
norte se hace sur y sur se hace norte
(P.251), reforzando la idea expresada por Fonck
que las leyendas acentúan en el investigador
la convicción de que nuestro planeta ha sufrido
enormes cambios en el pasado, y de que estos
pueden repetirse en el futuro (P.105).
Vestigios de los tiempos antidiluviales serían
los Mounds (Túmulos) esparcidos por
Norteamérica (P.257) y las edificaciones del
tipo pirámide y torre halladas en Perú,
similares a las encontradas en la
India,
Egipto, Mesopotamia y Centro América. De una
época igualmente remota es Tiahuanacu, cuya
Puerta del Sol es un calendario descifrado por
Edmund Kiss y reproducido por Fonck en su obra.
En Construyamos Arcas, el autor establece
la presencia de Gigantes en el pasado remoto de
la
Tierra,
basándose en el trabajo de Denis Saurat,
?Atlantis y el dominio de los Gigantes?, teoría
sustentada en el factor gravitacional de
la
Luna Terciaria
sobre el planeta y los seres vivos, lo que
habría significado un mayor tamaño de éstos
últimos (P.276), siguiendo los postulados
expuestos en la
Cosmogonía Glacial de
Hörbiger. Fonck precisa que el género humano
existe sobre la faz de la tierra desde hace
millones de años, y que siempre trató de
mantener un nivel cultural superior, pero las
catástrofes que caían sobre él en períodos
regulares, no le permitieron mantener el
progreso alcanzado, lo que ha hecho que el
hombre haya tenido que volver una y otra vez a
las armas primitivas de madera, de piedra y de
hueso, como también a los utensilios de
barro (P.321). Asimismo, cimienta la teoría
del movimiento de los continentes,
fortalecida por el hecho que las zonas de
temblores y terremotos, coinciden con aquellos
territorios de las más altas cordilleras,
territorios que se encuentran en movimiento
(P.321), tendiendo a desplazarse a la actual
línea ecuatorial. Las épocas glaciales
coinciden con los cambios en la posición del eje
de la tierra, siendo estos cambios provocados
por la acción perturbadora de las grandes
cadenas de montañas y masas de territorios que
tratan de acercarse a la línea ecuatorial,
impulsadas por la fuerza de gravedad
(P.355).
La Atlántida.
Mapa de Athanasius Kircher c.1600. El Sur
(actual) es el Norte.
Fonck
determina sus postulados en: 1.-Las épocas
glaciales no serían otra cosa que capas polares
que han cambiado de sitio. 2.-Los
diluvios, producidos por la desaparición de las
mencionadas capas polares y que harían subir
todos los mares en un determinado nivel.
3.-El aumento de la actividad volcánica,
consecuencia de las enormes modificaciones
geológicas que un cambio en el eje terrestre
tiene que producir. Esto explicaría las noches
egipcias, la desaparición temporal del sol, luna
y estrellas, etc. 4.-Determinado por el
contenido del presente libro y por los detalles
que dan las leyendas y mitos de los llamados
pueblos primitivos, es el de la antigüedad del
género humano y de su cultura, la que es
prediluvial y, si no ha podido permanecer en el
mismo nivel, no ha sido por falta de desarrollo
intelectual ni por falta de inteligencia de los
hombres, sino que por el implacable destino que
ha sumido a nuestro mundo en las tinieblas de
las catástrofes (P.362 y 363).
II.- CIVILIZACIONES Y
PODERES PERDIDOS. Su segunda obra se
titula En busca del Homo Sapiens (1969),
una novela humorística que detalla la ardua
búsqueda de ésta especie humana en la sociedad.
Luego publica Ra Tapu Mana. Una mirada al
mundo invisible que nos rodea (1971), donde
abarca una amplia visión en torno al
conocimiento esotérico, la parapsicología y
las remotas Civilizaciones del Pasado. Indica a
la Atlántida como una antigua potencia
central, desde donde habrían surgido los
gérmenes de posteriores culturas tras el gran
cataclismo, las cuales se transformaron en las
más antiguas civilizaciones conocidas de Asia,
Europa y la América Aborigen (P.III). Ello
explica, según Fonck, las sorprendentes
relaciones existentes entre Pascua, Mohenjo
Daro, Harappa y la India (P.18), cuyo origen
sería una súpercultura antigua,
prediluvial (P.19), indicando a continuación
que las grandes migraciones habían sido
consecuencia del último diluvio universal, el
que habría trastocado totalmente la geografía,
haciendo aparecer nuevos continentes e islas,
mientras que parte de otros continentes e islas
enteras sucumbían a su avasalladora fuerza
destructora (P.29).
Fonck establece la
existencia de un pueblo prediluvial que
mantuvo lazos de amistad con muchos otros
pueblos (P.36), basándose en los
innumerables símbolos, mitos y leyendas de gran
similitud entre diversas culturas del planeta.
Describe los lazos de contacto entre la Isla de
Pascua, la India y Egipto, como también entre la
Polinesia y América, como lo demuestran ciertos
objetos arqueológicos encontrados en éstas
regiones y asimismo las concepciones cíclicas
del Tiempo (P.53), expresando por ejemplo, la
conexión entre el nombre Shiva, muy
parecido al nombre del país del que provenía
Hotu Matúa´a, el primer rey de los isleños de
Rapa Nui, o sea, ?Hiva? (P.22). En relación
con Rapa Nui, Fonck señala: Es indudable que
los pascuenses estuvieron en el Perú, o los
peruanos en dicha isla, ya que existe en Pascua
un moai con características análogas a la
cultura que se ha denominado ?Tiahuanacu?. Estos
contactos deben haber sido preincásicos, ya que
los incas prohibían escribir, mientras los
pascuenses poseían un idioma escrito con más de
750 distintos símbolos o combinados (P.27).
Establece asimismo el posible origen atlante de
los Mayas de Yucatán (P.48) y la presencia de
población vikinga precolombina en
Hvitramannaland y la Gran
Irlanda: esto es, la Tierra de
los Hombres Blancos, es decir, la América
Aborigen (P.57). En su conjunto, esta obra
comprende un gran espectro que abarca las Runas,
la Radiestecia, los escritos de Paramahansa
Yogananda, la Telequinesia, los Horóscopos y la
respiración rítmica y profunda del
Yoga.
III.- EL GRAN VIAJE.
Su cuarto trabajo es Rapa Nui: el último
refugio. El origen de los Pascuenses (1973),
en el cual refiere los grados de perfección
cultural y evolución esotérica (P.13) que
alcanza la Humanidad tras largos períodos de
Tiempo. Abordando el estudio de la misteriosa
Isla de Pascua, sus habitantes y su enigmática
cultura, Fonck señala que los primeros
habitantes de la isla son los primeros
sobrevivientes de la primera raza del mundo. De
color amarillo, muy altos, de largos brazos, con
una gran capacidad torácica, con orejas enormes
pero sin el lóbulo distendido, cabellos rubios,
cuerpo brillante desprovisto de vellos. No
conocían el fuego. Eran los Hanau Eepe. Esta
raza existía antiguamente sobre otras dos islas
polinésicas. Llegaron en barcos de una tierra
situada detrás de América (¿Atlántida?)
(P.92).
Nuevamente, establece la
realidad en el pasado de una Cultura-Raíz,
señalando que en tiempos prediluviales, desde
la isla Atlántida irradió una cultura universal
hacia todos los continentes adyacentes
(P.44) cuyos nexos se rastrean por ejemplo, en
la toponimia, indicando que en Asia los
nombres de pueblos a menudo terminan en stán
(Hindustán, Pakistán, Afganistán, Beluchistán,
Nuristán, etc.) mientras que en México, la
expresión para país o tierra es tlan. Y en
Noreuropa para la misma expresión, la palabra es
land. Si comparamos las tres expresiones: stán,
tlan y land, podríamos suponer que es una y la
misma palabra pronunciada por distintos pueblos
de distinta manera (P.45). Estas similitudes
se explican por los movimientos migratorios de
los pueblos primitivos en tiempos
protohistóricos, acaecidos como una
consecuencia de los enormes cambios geográficos
producidos por el último diluvio (P.59),
cuyas considerables modificaciones
geográficas y, podría decirse, geológicas de
hace alrededor 11.500 años, fueron producidas
por el diluvio universal, el que, a su vez,
provino de un cambio de posición del eje de la
tierra con sus consiguientes trastornos: los
océanos se salieron de sus anteriores posiciones
para anegar y hacer desaparecer continentes
enteros como la Atlántida, Mu, Mapu,
Gondwana, haciendo aparecer continentes hasta
entonces sumergidos, y produciendo, además, el
cambio en la posición de los casquetes
polares
(P.172), determinando la gran antigüedad del
género humano en la tierra (P.275) y las
catástrofes cíclicas referidas anteriormente, de
la cual algunos sobrevivientes poblaron Hawaii y
Pascua (P.212).
Según Fonck y otros
autores citados en su obra, los primigenios
habitantes de Rapa Nui eran totalmente distintos
a las actuales poblaciones: Los primeros
investigadores que llegaron a la isla
establecieron que, según la tradición, hubo en
tiempos anteriores muchos nativos que tenían la
tez blanca, ojos azules y cabello rubio. Los
actuales recuerdan todavía a varias personas,
muertas a fines del siglo pasado y a comienzos
de este siglo, que tenían estas
características (P.138-139), apreciación
reforzada por las palabras de William E.
Thomson, quien señaló en 1886 que algunos
hombres tenían barbas largas, un hecho
desconocido tanto entre los indios americanos
como entre los polinesios. Estos relataban que
sus antepasados habrían llegado en grandes
barcos desde el este, un país montañoso,
siguiendo siempre el sol poniente (P.170).
Además, Fonck refiere a los moai kawa
kawa que ostentan barbitas que
demuestran que entre los isleños o en su
prehistoria hubo seres barbudos (P.177 y
P.240-241). La tesis de población indoeuropea en
Oceanía se sustenta luego por medio de
numerosos argumentos científicos, basados en
el estudio de la morfología, de la filología, de
tradiciones y mitos, de su flora (seguramente
importada en su mayor parte), de sus artes y de
su escritura (como sucede por excepción en
nuestra isla de Pascua), ha hecho que los sabios
den por establecido que algunas tribus de las
islas oceánicas son de origen racial
indoeuropeo (P.220). Se expresa además que
ciertos pueblos oceánicos son indudablemente
de origen indoeuropeo y que, venidos sin duda de
las regiones altas de la India, han alcanzado,
de isla en isla, aquella en que se les ha
encontrado (Samoa, Tonga, Tahití, Nueva Zelanda,
Pascua, etc.). Esta migración hacia el este está
apoyada por argumentaciones científicas
numerosas (etnología, lingüística, leyendas
históricas, etc.) (P.223).
Los monumentales
Moais de la Isla de Pascua.
Las conexiones
intercontinentales entre América, Isla de
Pascua, Asia y Egipto (P.170) son ejemplificadas
a lo largo de la obra, determinando notables
similitudes entre la escritura cretense ó
minoica, los glifos egipcios, hititas, la
escritura de Harappa y Mohenjo Daro, China y la
Isla de Pascua (P.184-185), ramas de una remota
cultura que levantó los monumentos
megalíticos en Europa, África, Asia Menor y Asia
en general, se internó posteriormente al Océano
Pacífico, y por qué no suponerlo, llegaron
también a América, donde igualmente abundan los
monumentos megalíticos que en su mayor parte son
de procedencia desconocida
(P.208-209).
Fonck precisa un
conjunto de similitudes intercontinentales,
entre las que destaca la semejanza del dios
pascuense Tu y el Odín nórdico,
ambas deidades de un solo ojo, como lo es a su
vez el dios barbado Bochica (P.222).
Además, refiere a los registros de los Incas
llamados quipus, conocidos asimismo en la
Polinesia (P.222) y los contactos entre América
y la India (P.245), estableciendo el posible
origen en la India de los antiguos pascuenses,
al provenir estos de la
Tierra de Hiva, es decir, la
Tierra de
Shiva
(P.254), y poseer la casta sacerdotal de ambos
lugares considerables parecidos (P.296), ó bien
la relación entre las runas de los
indogermanos llevadas a la India (P.184) y los
petroglifos de Rapa Nui llamados Rona
(P.135), lo que refuerza las conexiones entre lo
sistemas de escritura de Pascua, la escritura
primitiva china, la de los Andes, la más antigua
de los textos indostánicos y Egipto (P.308).
Citando a Stephen-Chauvet concluye que los
polinesios, en especial los pascuenses, han
debido provenir del interior de
la
India, y que estaban relacionados con culturas
del Asia Menor, incluso, tal vez, con los
egipcios (P.230).
Es el Gran Viaje, la
gran ruta de las tribus norafricanas
descendientes de los Atlantes, hasta llegar al
?Último refugio?, es decir, la Isla de Pascua
(P.237) concluyendo que esa cultura tan
lejana estaba unida a su cultura matriz a través
de una especie de cordón invisible que no fue
cortado, representado por esas fuerzas
esotéricas (P.308). Fonck sintetiza sus
argumentaciones en las similitudes etimológicas
entre norafricanos (bereberes) y polinesios (Ako
Ako - Aku Aku; quahuna - kahuna), la semejanza
en la toponimia de la India y Pascua, como
también en las creencias religiosas y esotérica
y las formas de escrituras.
En Kahunas. Los
Poseedores del Secreto (1975), Fonck
desarrolla el estudio de la misteriosa secta
sacerdotal de Hawaii, los Kahuna, descendientes
de un antiguo grupo proveniente de Noráfrica,
junto a otras interesantes expresiones del
conocimiento, como la Radiestesia, las
facultades de la autosugestión, el Inconsciente
Colectivo de C.G. Jung, el Yoga y Hatha Yoga,
las extraordinarias actividades de Paramahansa
Yogananda y las experiencias del médium Jaime
Galté, entre otros notables temas, promoviendo
la recuperación de cualidades perdidas en el
Hombre actual: Creo sinceramente que las
fuerzas mentales son las que van plasmando
nuestro futuro, y no sólo el nuestro, sino que
también en cierto sentido el de nuestros
semejantes (P.15). Ó bien: Quiera el
destino que las fuerzas esotéricas, materia de
este libro, queden en manos de una élite de
sabios y de científicos que sepan emplearlas en
beneficio de nuestra convulsionada humanidad, ya
que su empleo podrá ser algún día de una
influencia decisiva para el porvenir de nuestro
planeta (P.14).
Los Kahunas ó sumos
sacerdotes poseían fuerzas esotéricas tan
estupendas, que podían caminar con los pies
desnudos sobre ascuas, sin sufrir quemaduras.
Además, eran capaces de sanar a enfermos graves
a través de prácticas diversas, aplicando una
dosis de energía vital que sabían
almacenar dentro de sí (lomi-lomi),
obteniéndola de fuentes ignoradas por el hombre
blanco. Otra característica estaba en su
clarividencia, con la cual pronosticaban hechos
por ocurrir o establecían cosas que estaban
sucediendo a gran distancia (P.11). La obra
describe la extensa migración de las doce tribus
bereberes habitantes de la zona de los Montes
Atlas y del desierto del Sahara (en Noráfrica
central y occidental), de las cuales once
tribus tomaron la determinación de trasladarse a
un grupo de islas situadas en el Océano
Pacífico, donde podrían conservar sus
conocimientos psíquicos, llamados huna, y que
coinciden con los hawaianos. Los componentes de
estas tribus fueron aparentemente los que
llegaron a colonizar las islas de Oceanía y que
son conocidos actualmente bajo el nombre de
polinesios (P.310).
En Kahunas, el
autor propone la existencia de un arco entre las
culturas hindúes y pascuenses, como lo dispone a
través de la presencia en la India de los
santuarios llamados stupas, mientras que los
pascuenses construyeron torres llamadas tupa. La
diferencia se explica por el hecho de que los
polinesios no empleaban la letra ?S?. Otras
demostraciones residen en el hecho de que los
rishis hindúes han encontrado en Pascua el
nombre de arikis y de que, si tratamos de
traducir el nombre de Brama al pascuense, nos
encontramos con la sorpresa de que Raa,
significa ?sol? (¿o Dios?) y ma΄a es sinónimo
del ?que sabe?, lo que podría interpretarse
como: ?El Dios que sabe? (P.210). Señala
luego que los sacerdotes en Pascua eran
llamados ariki, en Hawaii ali ii y en
la
India rishis (P.332). Fonck ventura
asimismo vínculos durante remotas edades entre
la
Isla de
Pascua, China y la India (P.268).
Éste grupo primitivo
presente en Rapa Nui poseyó una cualidad ó poder
oculto en la actualidad, conocido como Mana,
pues los prepascuenses o pascuenses
primitivos han debido contar con medios
extraordinarios para mover y levantar sus moais,
los que incluso debían portar esas pesadas
coronas de piedra roja sobre sus cabezas, otro
misterio difícil de resolver. Por ello, creo que
el mana ha sido, como lo determina el padre
Sebastián Englert con su interpretación:
?una fuerza espiritual, poder misterioso,
creador? (P.266). De acuerdo a Fonck, la
migración de los bereberes parte desde el
desierto del Sahara hasta la India (Pakistán
Oriental), y desde ahí, a través de las Malayas,
Sumatra, Java, Borneo y las Célebes, a Nueva
Guinea y al Pacífico, para llegar finalmente a
su objetivo final, a Rapa Nui (P.327). El autor
señala que incluso los bereberes prosiguieron
hasta América y tuvieron una fuerte influencia
sobre los pueblos americanos, ya que he podido
comprobar tribus amazónicas que han dejado
nombres en su toponimia, traducibles
perfectamente a base del idioma pascuense
(P.329). El conocimiento de los Kahunas se
remonta a una cultura antiquísima que tal vez
se remonte a tiempos prediluviales
(Atlántida) (P.323).
En Hombres y
Estrellas (1979), Fonck propugna un estadio
superior de la Humanidad en épocas pasadas, a
diferencia de los postulados de Erich von
Däniken, quien expone a lo largo de su obra el
origen extraterrestre de la civilización y la
cultura en la Tierra.
IV.-ARRIBO A
HVITRAMANNALAND. En Vikingos y Berberiscos.
Los más osados conquistadores (1978),
posiblemente uno de sus trabajos más notables,
Fonck determina el arribo a costas chilenas de
embarcaciones libio-egipcias-berberiscas
dirigidas por Maui y Rata, específicamente en el
balneario de Rocas de Santo Domingo, desde
donde remontaron a Tinguiririca, siguiendo el
curso del Río Rapel (P.25), bajo el Reinado
de Ptolomeo III (P.118). Añade Fonck, que éstas
poblaciones norafricanas no se limitaron a la
región de San Fernando, ya que en Arica volvemos
a encontrar toponimias polinésicas (P.26).
Fonck refuerza sus postulados por medio de
vestigios arqueológicos, especialmente en Rocas
de Santo Domingo, como por ejemplo, tortugas y
cabezas de pájaros esculpidos en roca,
talismanes líticos, trozos de una columna y un
sarcófago (P.61 y ss), y la extraordinaria
Piedra del Sol, un menhir calendárico de cinco
metros de altura, como asimismo por medio de
toponimia pascuense en la zona:
Tinguiririca, Rengo, Requinoa, Chimbarongo,
etc.
La
Piedra del Sol en Santo Domingo.
Vikingos y Berberiscos,
destacan por su osadía y espíritu aventurero que
los llevó a remotos lugares. Ambos grupos,
comparten un origen en común: los Indoeuropeos,
extendidos por Europa, Asia y Oriente Medio
(P.91), determinando que los Vikingos dominaron
los mares en el Hemisferio Norte; y sus
primo-hermanos, los Egipcio-Berberiscos,
por su parte, el Hemisferio Sur (P.91, 109, 144
y 146), ambos descendientes de un tronco
común (P.160), como explica Fonck, por el
hecho que las razas germánicas de distintos
orígenes influenciaron las culturas
mediterráneas, con lo que puede explicarse que
los berberiscos y los tuareg parcialmente eran
rubios, de ojos azules y piel blanca,
naturalmente que tostada por el implacable sol
del desierto (P.115), lo que es reforzado
por estudios lingüísticos y culturales entre
ambos grupos culturales (P.38).
El autor reitera
su noción que en épocas prediluviales,
haya existido un gran pueblo como el de los
atlantes, que influenció indudablemente a los
demás conglomerados étnicos con sus creencias,
su idioma, sus costumbres y sus industrias, en
forma que éstos, una vez desaparecida la gran
isla, siguieron sustentando esas creencias y ese
modo de vivir, el cual naturalmente tuvo que ir
variando en contacto con pueblos que tal vez
hubiesen vivido aislados, en islas o en extremos
inaccesibles de algunos continentes (P.111),
agregando que tal vez el origen de todos
estos pueblos haya estado en la legendaria isla
Atlantis de la que informó en forma escueta y
verídica el gran sabio griego Platón. Así podría
comprenderse el gran número de toponimias en
Europa y en multitud de países en Europa, Asia,
Africa y América, como también en Polinesia
(P.Ib). De este modo, establece el posible
arribo de tribus celtas ó sus
descendientes a Chile, como ha podido
rastrear en algunas construcciones estilo
menhir (P.127). Los Vikingos llamaron a
América la Tierra de Hvitrama, es decir, La
Tierra de los Hombres Blancos, gobernado por
hombres de su estirpe, blancos y de ojos azules,
de pelo rubio (P.137), señalando también la
existencia de los indios blancos en
Sudamérica, en países como Venezuela, Colombia,
Brasil y Chile (P.138).
Figura barbada
encontrada en el Sur de Chile.
V.-CONSIDERACIÓN
FINAL.
Recientemente, un libro póstumo de Oscar Fonck
Sieveking ha sido publicado: Apaches,
Comanches y Mapuches (2002), donde propugna
la posibilidad del origen común entre los
habitantes de la América Precolombina y
Asia.
Se podría concluir que
Fonck a lo largo de sus trabajos establece las
bases para una revisión de la real antigüedad
del Hombre y de las culturas del planeta -a la
luz de la Concepción de las Catástrofes
Cíclicas-, descendientes de los remotos
sobrevivientes de los Diluvios y de los grandes
cataclismos, como asimismo de las capacidades
mentales y materiales que la Humanidad porta en
sí. Su extraordinaria obra vislumbra un pasado
poco conocido de la Historia Preglacial de la
Humanidad, alcanzando las puertas del Imperio de
Atlantis.
RAFAEL
VIDELA EISSMANN
11 de Noviembre,
2005
Santiago de Chile.
BIBLIOGRAFÍA
1.-
Fonck S., Oscar. Construyamos Arcas. Los Enigmas
del Pasado. Editorial Orbe. Santiago,
1965.
2.- _ En busca del Homo
Sapiens. Editorial del Pacífico. Santiago,
1969.
3.- _ Ra Tapu Mana. Una
mirada al mundo invisible que nos rodea
Editorial del Pacífico. Santiago,
1971.
4.- _ Rapa Nui: el
último refugio (El origen de los Pascuenses).
Editorial Zig-Zag. Santiago, 1973.
5.- _ Kahunas. Los
Poseedores del Secreto. Editorial Zig-Zag.
Santiago, 1975.
6.- _ Hombres y
Estrellas. Editorial Distar Libros S.R.L. Buenos
Aires, Argentina.
7.- _ Vikingos y
Berberiscos. Los más osados conquistadores.
Editora Nacional Gabriela Mistral. Santiago,
1978.
8.- _ Apaches, Comanches
y Mapuche. Santiago, 2002.
9.- Mandujano López,
Sergio. Una Historia jamás contada. Piedra del
Sol. Intihuatana de Santo Domingo. S/E.
2003.
10.- Videla Eissmann,
Rafael. La Piedra el Sol y los Monumentos
Megalíticos en Santo Domingo. Ediciones
Riapantú. Santiago de Chile, 2005.